UNA APROXIMACIÓN AL SOCIALISMO Y SU INTERNACIONALIZACIÓN
Resumen descriptivo del Esp. Víctor Hugo Tineo
Verutti
Hablar del Socialismo no es tarea fácil, toda vez que
requiere de un profundo estudio socio-econo-político del siglo XVIII y los
siglos subsiguientes. No obstante, se
pueden resaltar sus principales ideas para entender su expansión internacional.
En primer lugar, corresponde referirnos al
Socialismo Utópico, cuyas raíces se encuentran encunadas en la Revolución
Francesa y el naciente Capitalismo europeo. Los renombrados y rimbombantes
ideales de Libertad, Fraternidad e Igualdad que guiaron ese proceso y la declaración de los Derechos del Hombre, se
quedaron en la teoría, pues la praxis fue totalmente diferente.
El desarrollo del capitalismo inglés arremete
atrozmente sobre los trabajadores, quienes quedan reducidos a simples recursos
descartables, enfrentando jornadas laborales de 14 horas, sin distinción de
edad o sexo. En Francia la situación no fue muy diferente. Hambre, miseria, explotación
y falta de educación fueron las constantes de ese momento histórico.
Ante ese status quo, se alzan voces que clamaban
cambios en el orden económico, desde una
perspectiva colectiva y la humanización del trabajador. Esta nueva corriente
fue denominada el Socialismo Utópico, cuyos mayores exponentes fueron: el conde
de Saint Simon, Robert Owen y Charles Fourier.
En el caso
concreto de Owen, se debe resaltar su empeño por mejorar las condiciones
del obrero; acción que cristalizó en la promulgación de la Ley de Industria en
1819, que contempla la reducción de la jornada laboral. Igualmente, es menester
destacar su afán por materializar la concreción del Cooperativismo y la fundación de la Unión General de Trabajadores
(1833).
Por su
lado, Claude Henri de Rouvroy- el conde-, se caracterizó por su afán de
organizar la producción de una manera más justa y científica. Según su visión,
la política debe estar en manos de
quienes saben producir; es decir, el antecedente del tecnocratismo. Este
pensador propuso la construcción del canal de Suez.
Posteriormente, Marx y Engels resaltaron el aporte de sus predecesores,
haciendo mención en textos del Manifiesto Comunista y en la obra Del Socialismo Utópico al
Socialismo Científico. Sin embargo, también no dejaron de percatarse que sus
análisis carecían de poco rigor científico.
En segundo lugar, corresponde hablar sobre el Socialismo
Científico, entendido como el salto cuali-cuantitativo del socialismo anterior.
Esta nueva forma de enfocar el socialismo, va más allá de una simple doctrina o
una idea política. Es una visión del mundo, que analiza sus entrañas desde una
perspectiva científica para convertirse en una alternativa al capitalismo de
aquella época e incluso al actual, con sus respectivos matices.
Su base doctrinal se fundamenta en tres (3) columnas;
a saber: el Socialismo francés, la Economía Política inglesa y la Filosofía
alemana, pero encierra un análisis del mundo capitalista totalmente nuevo, que
se convertirá en una herramienta de lucha del Proletariado. Sus principales
expositores fueron Marx y Engels;
revolucionarios insertados en la sociedad del siglo XIX.
En cuanto a Marx, cabe destacar su famosa obra El
Capital (1867-1885 y 1894), difícil de digerir por su profundidad de análisis,
donde estudia la sociedad y critica la Economía Política. Esta obra se aparta
del socialismo francés y busca abrigar los intereses de la clase obrera,
quienes comienzan a organizarse en
ligas. Estos grupos organizados le delegan la tarea histórica a Marx y Engels
de redactar un documento político de fácil acceso a las masas, donde expresen
sus puntos de vistas político y delineen
el sendero hacia el proceso revolucionario.
Prima facie, se aprecia la extraordinaria importancia
de la confluencia de dos (2) variables: un grupo de obreros organizados y dos
(2) revolucionarios que tratan de poner en práctica una nueva visión del
mundo diferente al burgués, en la cual
ellos nacieron, pues ellos fueron pequeños burgueses, quienes se apartaron de su clase.
Dentro de esa coyuntura nace el Manifiesto Comunista
en 1848, considerado como un programa de lucha para los obreros organizados y
una explicación científica del mundo y de la Historia. Dentro de esta
concepción, la revolución no se reduce a una sustitución de una clase dominante
por otra, sino del cambio del sistema
económico.
Sin embargo, el simple hecho de editar el referido
Manifiesto no produce inmediatamente la revolución y el cambio esperado, pues
las fuerzas burguesas activan los mecanismos de represión para neutralizar
estos esfuerzos. Los años subsiguientes, estos dos pensadores utilizarán todas
sus energía para dedicarse a la construcción teórica y práctica del socialismo,
con sus respectivos altibajos. Son, sin lugar a dudas, los grandes defensores
de los intereses obreros.
En tercer lugar, y producto de este esfuerzo, crean la
Primera Asociación Internacional de
Trabajadores Londres, 1864), cuya función fue convertirse en instrumento
para fortalecer la lucha obrera internacional. Con esta Asociación, Marx buscó
mejorar las condiciones laborales, fortalecer los sindicatos y formar un
partido obrero para la toma del poder político.
Debido a las luchas entre marxistas y anarquistas,
sumado a la creación de la Comuna de
Paris (1871) y el fortalecimiento del capitalismo, Marx traslada la central de
la AIT a los Estados Unidos. En el Congreso de Filadelfia (1876) se decreta la
suspensión de la I Internacional, desapareciendo jurídicamente aunque, de hecho, ya había
dejado de ser operativa en el año 1872,
por las variables mencionadas ut supra.
No obstante, hasta el año de 1871, la AIT celebró con
cierta regularidad congresos que
lograron atraer, además de los sindicatos ingleses, a obreros franceses,
belgas, suizos, españoles, italianos, holandeses y contó con el apoyo del
Partido Social Demócrata alemán, desde su fundación en 1869. Empero, el Gobierno francés y otros europeos, utilizaron
la Comuna como pretexto para perseguir a los miembros de la AIT, lo que impidió
que el Congreso anual se reuniese en Viena, sino hasta finales de 1872.
Lastimosamente no hubo acuerdo entre las Partes, situación que coadyuvó a
precipitar la muerte de la Primera Internacional.
Posteriormente, se forma la Segunda en París
(1889), con la participación de Engels, pues ya Marx había fallecido, seis
años antes. En efecto, la II Internacional surge como una necesidad inminente
de unir a los distintos partidos en una organización que orientase las
actividades a escala internacional. Su base fue, desde el principio, marxista y
los anarquistas quedaron prácticamente excluidos. La sede se instaló en Bruselas y estaba
compuesta por los partidos socialistas ya existentes.
Cabe resaltar, como lo indican muchos estudiosos del
tema, que el hecho de existir una
organización central no significaba ni se traducía en un centralismo; por el
contrario, esta Internacional se caracterizaba
por la autonomía de los grupos nacionales. En otras palabras, la
finalidad de esta organización era
asegurar que las distintas federaciones se relacionasen entre sí, a través de
Congresos periódicos que daban una serie de orientaciones indicativas más no
vinculantes. En el primer Congreso llevado a cabo en esta segunda etapa, se
decidió instaurar el 1 de Mayo como fiesta anual del trabajo, así como
reivindicar la jornada laboral de ocho (8) horas y suprimir el horario
nocturno.
Es en la II Internacional que los partidos obreros
socialistas y marxistas, por primera vez, ganan peso de masas. Fenece como
organización revolucionaria, cuando la mayoría de sus dirigentes apoya a sus
respectivas burguesías nacionales en la 1ª Guerra Mundial, haciendo predominar
la unidad nacional (policlasista) frente al internacionalismo proletario.
Los antecedentes de la Tercera Internacional se
ubican, cuando un grupo de cuarenta y dos (42)
revolucionarios se reunieron en septiembre de 1915 en la aldea suiza de
Zimmerwald. Cuatro años más tarde, y luego de la muerte de Engels, se forma, en
1919, la Tercera Internacional,
en la ciudad de Moscú, bajo la tutela de Lenin,
luego del triunfo de la Revolución Rusa.
La III Internacional se apoyaba en el gran triunfo de
la Revolución Rusa donde, por primera vez en la historia, la clase obrera tomó
el poder y construyó su propio Estado. En consecuencia, fue la Internacional
que representó el proletariado en acción en la lucha por el poder. Puede
considerarse como el primer intento de
construir una verdadera dirección revolucionaria mundial que pudiese dirigir la
revolución socialista internacional para
destruir al imperialismo y
conducir la clase obrera al poder en todos los países del mundo. La III
Internacional significó, por ello, un salto cualitativo al constituirse como el
primer Partido Revolucionario Mundial.
Finalmente, la Cuarta Internacional, creada en el año de 1938 bajo la dirección
de Trotsky, incluye en su lucha la
necesidad absoluta de oponerse a la alienación de la independencia de clase de
las organizaciones, así como también la
necesidad absoluta de ayudar a defender las reformas, conquistas sociales,
arrancadas con la lucha de clases. Dicho en otras palabras, reafirma los
principios de Marx y su vigencia.
La Cuarta Internacional surgió para enfrentar la degeneración y la traición de la
Revolución rusa, encabezada por Stalin desde la muerte de Lenin en 1924.
Trotski fue asesinado dos años después de fundarla con un “Programa de
transición” para luego sufrir grandes escisiones en sus filas.
En resumen, esta última surge como continuación del proyecto de su
predecesora, procurando construir un
Partido Mundial de la Revolución Socialista, como medio para la dirección de la clase obrera mundial en la toma del poder. En ese sentido, esta tenía
como objetivo rescatar la herencia del marxismo y luchar contra ese nuevo
fenómeno contrarrevolucionario en el seno de la clase obrera: la burocracia
estalinista.
En
síntesis, la I Internacional enseña al proletariado la necesidad de
constituir organizaciones independientes. La II Internacional reúne a las
organizaciones de clase independientes que ayudan a la lucha de clase del
proletariado en la fase del capitalismo ascendente a conquistar reformas y
conquistas sociales. La III Internacional organiza el combate cuando el
capitalismo está en su apogeo; mientras la última reafirma la plena y absoluta
vigencia de los planteamientos de Marx.
En lo que respecta a la Quinta Internacional
Socialista, son varios los esfuerzos por lograr su cristalización. En
efecto, fue en noviembre de 1938,
cuando miembros del español Partido
Obrero de Unificación Marxista (POUM) procesados en la ciudad de Barcelona por
las autoridades republicanas durante la Guerra Civil Española, declararon su apoyo a la lucha por una Quinta
Internacional, apenas habiendo transcurrido sólo dos meses después de la
fundación de la Cuarta Internacional. El argentino Liborio Justo, más conocido
como "Quebracho", defendió la creación de una Quinta Internacional
tras su ruptura con el trotskismo en 1941.
Otro esfuerzo para
constituir la Quinta Internacional fue llevado a cabo por el político,
economista y filósofo estadounidense Lyndon LaRouche en 1965. Más tarde, en
1994, un grupo minoritario trotskista del Reino Unido declaró supuestamente
constituida la Quinta Internacional. Posteriormente, a finales del año 2009, el
ex Presidente de Venezuela, Hugo Chávez propuso la creación de una nueva Quinta
Internacional. En este sentido, se convocó para abril de 2010 una reunión de 52
movimientos antiimperialistas. Su
propuesta planteó diversas reacciones en pro y en contra, dado el
abanico ideológico y sus matices. Hasta la fecha no ha cristalizado la propuesta.
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