jueves, 16 de mayo de 2013

REFLEXIONES SOBRE ALGUNOS PENSADORES POLÍTICOS
Y  FORMAS  GOBIERNO
Parte 1
By Prof. Víctor Hugo Tineo Verutti

El hombre, como ser racional, pensante y transformador de su entorno, ha desarrollado la Doctrina Política,  adaptando sus aportes para legitimar su realidad y sus intereses. Así, pues, desde muy temprano entrado el  mundo griego, pensadores de la talla de Sócrates, Platón y Aristóteles, se dedicaron a filosofar en torno a la Ética y la Política, como ejes  estratégicos sobre los cuales se erigieron sendos Gobiernos de corte imperial, basados en un modo de producción esclavista.
Este orden de ideas introductorias, me permiten abordar, en primer lugar, a Aristóteles, quien reflexiona  sobre la Política desde condiciones muy similares a Platón, sobre todo visto unos 20 siglos después.
Una de sus obras más conocidas, se titula “La Política”, donde pueden, a mi juicio, observarse dos momentos en el pensamiento político aristotélico. Un primer momento donde está influenciado por su maestro Platón y la preocupación por la Ética del mejor gobierno. Aborda  un análisis del hombre como ser político; precisa los elementos del Estado; y, propone una clasificación de los regímenes existentes.
Además, realiza una crítica a Platón sobre algunas de sus tesis y finaliza este primer momento cognitivo con la tesis aristotélica de la ciudad ideal.
En este sentido, la ciudad estado  fue considerada como la forma superior de convivencia; es un hecho natural  que surge como una necesidad del hombre político y social. Su consolidación es producto de la evolución de las aldeas o pequeños pueblos  que, paulatinamente, van tomando más fuerza y poder.
Esas ciudades de aquel  tiempo, se desarrollaron sobre el trabajo de los esclavos, quienes eran considerados cosas  animadas. Dicho en otras palabras, eran objetos al servicio del Estado y la sociedad. Su trabajo permitía que los pensadores, los guerreros y los productores, se dedicaran a sus respectivas actividades. Esta idea, bastante descabellada vista desde este siglo, no era más que el reflejo de un momento histórico de conquistas, donde los esclavos eran parte del botín. Por tal motivo, no  debe sorprendernos semejante apreciación.
En cuanto a la clasificación de las ciudades, su análisis giró en torno a dos criterios: uno cualitativo y otro cuantitativo. El primero  encuentra su génesis en una valoración  de las formas en que se ejerce  la autoridad; vale decir, se orienta o no a lograr el bien común. La segunda  se refiere al número de personas que  ejercen el poder político. De ambos criterios se desprenden 6 formas de gobierno y sus derivaciones. Procedo a su mención:
Monarquía                        Tiranía
Aristocracia                     Oligarquía
Democracia moderada            Democracia
De todas las formas anteriores, se inclinaba por la Democracia moderada como  la forma política ideal para el desarrollo del ser humano, pues existe un número bastante elevado de ciudadanos que sin ser ricos, tampoco son pobres; existiendo una base social muy amplia, donde reina la justicia.
 Un segundo momento paradigmático, mucho más florido de ideas producto de la praxis, donde se concentra en el estudio de las formas de gobierno de su tiempo, sin concentrarse en el ideal de la ciudad ideal. En este momento intelectual, la Política se orienta hacia la ciencia que analiza a profundidad las formas de gobiernos y el manejo del poder político. En otras palabras, cuáles son las debilidades de la democracia y sus virtudes; de la misma manera aborda las otras formas de gobierno, en sus aspectos positivos y negativos.
En su análisis concluye que las formas más fuertes para su momento fueron la democracia y la oligarquía, con sus respectivos matices. En cada una de ellas, distingue tres funciones principales: la deliberativa, la judicial y la ejecutiva, las cuales pueden ser atendidas de manera oligarca o democrática. No obstante, se inclina por el equilibrio de ambas, donde exista presencia de ambos grupos sociales.
Quizás, quienes no se adentran en la senda del conocimiento político objetivo, pueden inferir que sus ideas no van más allá que simples apreciaciones.  Por el contrario, nada más distante de la realidad y de un análisis serio y académico.
Si nos adentramos más allá en el tiempo, se puede abordar a otro gran pensador político. Me refiero a John Locke. (1632-1704). Su aporte consiste en expresar los intereses de una clase en ascenso. En otras palabras, corresponde a un momento de asentamiento del poder burgués en Inglaterra y posteriormente sirve para los reclamos políticos de la burguesía europea y posteriormente  americana.
Locke tuvo la capacidad de explicar la revolución de 1688, en la cual el Rey pierde atribuciones fundamentales, como la de emitir moneda, reclutar un ejército o legislar sin control, para ser tomadas por el Parlamento, que pasa a convertirse en la institución política principal, para equilibrar el poder.
Es procedente afirmar que sus ideas expresan claramente la doctrina revolucionaria de la burguesía frente el absolutismo monárquico, acorde las necesidades del naciente capitalismo, como son la libertad,  el derecho de propiedad y  el libre comercio. Sus ideas le valieron el exilio en Holanda.
Su concepción parte del Derecho Natural que conduce al pacto de un Estado liberal. Los hombres son libres e iguales  por naturaleza, pero crean el Estado para evitar caer en la anarquía. A este estadio se llega a través del pacto social. La Ley de la conciencia debe materializarse  por medio de su promulgación formal, dentro de un contexto estructural, configurado por la imparcialidad, la independencia de ejecución y la claridad  legislativa. No obstante, es un poder limitado por  las propias leyes naturales.
En efecto, el hombre pacta por consentimiento para crear la comunidad política que le garantice  un  nivel de bienestar semejante al de su estado natural, pero regido por leyes, establecidas por libre consentimiento, pues una comunidad que se establezca por la fuerza es ilegítima y sucumbe, por su propia entropía.
En este orden de ideas, una de los conceptos fundamentales dentro de su perspectiva política lo constituye el derecho de propiedad, que es natural en el ser humano y  se genera en gracias al trabajo y sólo se limita por su capacidad de consumo. O sea, cada individuo puede ser propietario de aquello que obtenga con el fruto de su trabajo.
Resulta obvio advertir que el pacto social se logra por la mayoría, como medida representativa en la toma de decisiones. Gracias a este pacto, se puede enfrentar al absolutismo monárquico o poder absoluto del monarca reinante, quien no comparte el poder con nadie. De allí, que nos plantea la división de los poderes o la llamada trilogía de poderes: legislativo, ejecutivo y federativo; este último será perfeccionado más tarde por Montesquieu para convertirlo en judicial.
Es clara la idea en este pensador en despojar el poder dual del monarca y dejar que los ciudadanos elijan su gobernante, quien estará sujeto al contrapeso de los otros poderes y  la decisión del pueblo soberano; en especial para evitar excesos de poder. Así, proclama el derecho del pueblo a rebelarse frente a los gobernantes despóticos e ilegítimos.
En definitiva, su modelo político  basado en el poder del parlamento y gobernados por un sistema de mayorías, le dio a la burguesía naciente un instrumento de dominación política.
De lo anterior se desprende que los conceptos de Monarquía y Monarquía absoluta guardan relación con momentos históricos que envuelven una maraña de variables socio-econo-políticas, donde surgen voces que legitiman su respectiva posición de clase.
Queda entendido, que a lo largo de la Historia han existido Estados y Gobiernos de corte monárquico con sus respectivos matices. En la medida que el monarca ostentaba el poder político y la maquinaria gubernamental de manera unilateral, se estaba en presencia de una monarquía absoluta o absolutista, donde no había cabida para más poderes. Se hacía exclusivamente lo que dictara el juicio del monarca.
En otras palabras, la monarquía absoluto puede definirse como el monopolio del poder en manos de una persona, quien rige los destinos de un Estado. En esta concepción se funden en una simbiosis, el concepto de Estado y Gobierno.
Por otro lado, cuando el monarca  tiene limitaciones en el ejercicio del poder, por la existencia de los llamados contrapesos, entonces se está frente a una monarquía limitada, constitucional o parlamentaria. Vale decir, la trilogía de poderes restringe el poder absoluto de un solo gobernante, evitando los atropellos, los abusos y demás deformaciones en el ejercicio del poder del Estado.
Cuando ocurre el escenario anterior, los conceptos de Gobierno y Estado están plenamente diferenciados. En este sentido, el parlamento ejerce el poder legislativo, pero a su vez tiene la posibilidad de elegir al ejecutivo, si fuese el caso de una monarquía parlamentaria.
Resumiendo, la ambición del poder absoluto en manos de una sola persona, constituye una degeneración del buen Gobierno y se aleja fatalmente de  la verdadera participación del Soberano en la toma de decisiones, a través de las diferentes instancias gubernamentales. Asimismo, la estructuración de formas de Gobierno acomodaticias a los intereses de una clase, resulta nefasto para una sociedad y terminan autodestruyéndose.

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