GERENCIA, EDUCACIÓN Y
ESPIRITUALIDAD.
Parte 1
Por Esp. Víctor Hugo Tineo Verutti
Hablar de la gerencia y los modelos
gerenciales es un tema insondable en bibliografía y con una doctrina amplia en
términos paradigmáticos. No obstante, es imperativo para el caso
venezolano, a mi juicio, resaltar dos variables de esta trilogía que ejercen una causalidad
poco productiva y positiva en el quehacer del gerente.
En efecto,
no es suficiente tener un título universitario para tomar las riendas de
una organización. Hay que ir más allá.
Dicha educación debe ser de calidad,
tanto cualitativa como
cuantitativamente, pues la teoría es la base de la experiencia en una relación
sistemáticamente rotativa.
Entendiendo esta relación bidireccional, prosigue determinar el enfoque gerencial a
seguir para una determinada organización, sea pública o privada. En este
aspecto, el abanico es amplio y puede
realizarse una aplicación combinada de acuerdo al ambiente circundante y sus
respectivas variables.
En este orden de ideas, es menester incluir una variable que, a todas luces, enriquece el quehacer y el
ingenio humano. Me refiero a su componente espiritual. En este
aspecto, no debe confundirse con
ideologías políticas ni falsas aproximaciones religiosas.
El elemento espiritual debería estar
confirmado por valores universales
básicos de convivencia civilizada, donde cada dimensión del ser biosicosocial
esté en armonía con sus ambientes respectivos, a los efectos de procurar la
mayor suma de felicidad individual y, por supuesto, colectiva, porque el ser
humano es eminentemente social y gregario.
Desde esta visión tridimensional pareciera que
la gestión del gerente podría ser más exitosa, pues conjuga sistemáticamente la
energía humana para aplicarla a las
múltiples situaciones organizacionales diarias permitiendo avanzar en los retos
que derivan tanto del ambiente interno como externo y que son elementos intrínsecos
a su cultura organizativa, cuyos resultados buscarían la mayor aproximación
posible a un acuerdo ganar-ganar.
En consecuencia, a nuestras organizaciones bien podría hacerle
una dosis de gerencia basada en racionalidad,
calidad educativa y fortaleza espiritual, donde cada persona ocupe su
lugar en el engranaje laboral y social, en un marco de respeto mutuo, donde
impere el civismo, y con sentido del bien colectivo, pues el prójimo somos todos.
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