miércoles, 29 de febrero de 2012

CONSIDERACIONES SOBRE LA IMPORTANCIA DEL EMPOWERMENT EN EL MUNDO GLOBALIZADO



CONSIDERACIONES SOBRE LA IMPORTANCIA  DEL EMPOWERMENT EN EL MUNDO GLOBALIZADO

 Consideraciones Introductorias
               
                Estas palabras iniciales tienen como propósito  conceptuar, lo que a mi juicio, encierra un Ensayo. Supone pensar, hablar en voz alta conmigo mismo y asentar esas sentidas ideas, con un lenguaje diáfano y de manera sucinta. En este sentido, debe responder más a una expresión genuina  del autor sobre una determinada temática, que a un formalismo metodológico. Claro está, debidamente fundamentado en la Doctrina.
                En consecuencia, el presente Ensayo, cuyo título es “Consideraciones sobre la importancia del Empowerment en el Mundo Globalizado”, recoge mis apreciaciones sobre este interesante tema que, aún cuando en los países desarrollados se conoce y practica desde finales de los años 90s, en países como el nuestro apenas si se practica en el ámbito organizacional, sobre todo en el ámbito público,  por no decir que estamos en pañales.
                Dejo así  abierta la puerta de este Ensayo, con la esperanza de  que los lectores(as) se contagien, como lo hice yo, de esta estrategia gerencial y la transmitan en sus organizaciones.     

Consideraciones sobre la importancia del Empowerment en el Mundo Globalizado

            Las organizaciones a nivel mundial vienen enfrentando una compleja fuerza que arrastra a su paso, a modo de torbellino, aquellas gestiones empresariales que no están sólidamente erigidas sobre las bases de una clara y dinámica Identidad Corporativa-Visión, Misión, Valores-. Esa fuerza centrífuga e impetuosa se denomina Globalización.
            Ahora bien, ¿Qué es Globalización?.
            Para los economistas este término supone la internacionalización de las economías. Por su parte, los mercadólogos la conciben como la apertura y mundialización de los mercados. Sin embargo, este vocablo va más allá, encierra un contenido que incide sobre todas las actividades del ser humano. Se puede afirmar, sin lugar a dudas, que la globalización es un multiproceso caracterizado por el dinamismo, la complejidad, la interdependencia, la innovación, la mundialización, la variabilidad; y,  la presencia de amenazas, contingencias, retos y grandes oportunidades.
            Este proceso no hace distingos entre la naturaleza de las organizaciones, razón por la cual aquellas empresas e instituciones que no han logrado desdoblarse y responder adecuadamente, sucumben ante estas fuerzas globalizadoras.
            Con la afirmación anterior no se pretende satanizar a la globalización, sino resaltar la necesidad imperante, ineludible e impostergable de las Organizaciones y  a los Líderes, de aprovechar la  gama de  oportunidades globales  y  enfrentar, con firmeza y astucia, las amenazas circundantes.
            En otras palabras, el rol de los líderes es fundamental para poder navegar en las turbulentas aguas globalizadoras y lograr llevar la nave a puerto seguro.
            En este orden de ideas, se requiere de la conjunción de esfuerzos y recursos para impulsar la gestión empresarial, entendida como un todo integrador, y competir en esta Aldea mundial.
            Visto de esa manera, el Talento Humano  se convierte en el elemento catalizador capaz de desdoblar a la organización, cuantas veces sea necesario, para lograr alcanzar el ritmo de la dinámica mundial.
            Lamentablemente, en muchas organizaciones, como ocurren en  algunas venezolanas,  esta responsabilidad recae sobre los hombros de una sola persona llamada Presidente, Director, Gerente, entre otras denominaciones, quienes, articulando una estructura de tipo lineal-rígida, pretenden instituirse como salvadores y  poseedores de la verdad absoluta. Nada más lejos de la verdad. Son precisamente este tipo de líderes mesiánicos y esas estructuras extremadamente mecánicas, inorgánicas y punitivas, quienes llevan a una empresa por el camino seguro hacia el insondable fracaso.
            La situación descrita en los párrafos precedentes pone de manifiesto la importancia estratégica de la figura del líder y la necesidad puntual de activar el Empowerment  en la organización.
            En efecto, la conducción adecuada de la participación, el esfuerzo, la creatividad y la innovación  de todo el Talento Humano que conforman una organización, pueden y deben transformarse en la respuesta inapelable para enfrentar los complejos cambios que demanda la globalización.
            Y ¿ Por qué?
            Para responder a esta interrogante se debe primero revisar  la Doctrina para precisar su definición. Algunos especialistas,  como Willian Gates, el empowerment significa “revelar las capacidades y la energía que tiene la gente y de hacerla trabajar conjuntamente de una manera que, bajo otra circunstancia no lo haría”. (Citado por McFrarland.1997.p.98)
            Por  su parte,  McFarland & Senn (1997) sostienen que “el empowerment es un arte y una ciencia. Exige una amplia gama de cualidades y destrezas de liderazgo; sin embargo, empieza en el corazón, al respetar y preocuparse sinceramente por la gente” (p.70)
            Para Davis & Newstron (2000) “es un proceso que ofrece mayor autonomía a los empleados compartiendo con ellos información relevante y dándoles control sobre los factores que influyen en su desempeño laboral”. (p.244)
            Las definiciones presentadas indican, a todas luces, que el empowerment empieza por creer sinceramente que el esfuerzo de cada trabajador cuenta. Por efecto del empowerment, los trabajadores se sienten no sólo  facultados, sino estimulados para enfrentar diversas situaciones y debidamente capacitados para asumir el control de los problemas y situaciones que se les presentan en el día a día.
            En este sentido, el profesor Antonio Caldera señala que el empowerment  supone que el líder faculta a cada trabajador para que utilice sus propias fortalezas y los recursos organizacionales para coadyuvar en la consecución de la gestión empresarial. Además, el referido Profesor añade que el empowerment realza y refuerza la posición del líder, pero debe complementarse con el coatching.
            De lo anterior se desprende que el empowerment moviliza a los trabajadores no sólo para ejecutar órdenes, sino para crear e innovar en los procesos y sistemas de la organización, logrando así mayor eficiencia y eficacia, pues se promueve la excelencia individual. Claro está, esta fuerza debe estar enmarcada y orientada por la Identidad Conceptual.
            La afirmación anterior permite visualizar el alcance del empowerment. Efectivamente, el líder faculta, motiva, genera confianza en  sus trabajadores, pero su rol orientador y decisorio debe impedir que este esfuerzo no se transforme en una anarquía al estilo aristotélico; y, en consiguiente, en la génesis de la ineficiencia y la ineficacia, ya que significaría  la caída por el despeñadero hacia el fracaso total. Tal vez por ello, Covey se refiera sobre el particular,  a la rigidez-flexible, entendiendo que facultar no es un signo sintomatológico de la debilidad del líder, sino una habilidad estratégica.
            El referido autor señala que “la efectiva delegación representa tal vez el mejor indicador de la administración efectiva, simplemente porque es fundamental para el crecimiento personal y organizacional.” (p.202). De ahí, que la confianza sea la forma más elevada de la motivación humana.
            Como consecuencia de las argumentaciones precedentes, resulta lógico pensar que la concepción del Poder de la Gente debe prevalecer sobre el Poder del Cargo, pues se establece un intercambio social bidireccional con los trabajadores, en contraste con la imposición de ideas desde la cúpula. Pero esta transición será posible, siempre y cuando, como requisito sine qua non, se cuente con una fuerza laboral con las capacidades, que como indica Alles (2005) “comprenden los conocimientos, habilidades y competencias” inherentes a sus responsabilidades laborales (p.38).
 Además, esos trabajadores deben estar orientados hacia la Teoría Y y Z, respectivamente y debe establecerse una comunicación y confianza mutuas entre las partes. De esta manera, se estaría en condiciones de  activar, efectivamente, el empowerment y éste comenzaría a formar parte de la psique organizacional.
            Ahora bien, ¿Cuál sería el tipo de organización resultante de un liderazgo orientador cimentado sobre el empowerment?.
Indudablemente,  una organización más plana; altamente participativa y creativa; más humanista; una organización de rápidas y flexibles respuestas a los retos y amenazas circundantes; una organización de aprendizaje continuo y más inteligente; o como afirma Robbins (2003) “una organización de aprendizaje de doble nudo” (p.573). Estos atributos abren el abanico de oportunidades para hallar soluciones innovadoras a los problemas organizacionales y lograr mejoras significativas.  En definitiva, se estaría en presencia de una organización efectiva, orientada hacia el cambio constante, característica inherente a la globalización.
            Para proseguir en el trazado del mapa conceptual que adelanta el suscrito, es necesario entonces hacerse otra pregunta: ¿Cómo se puede darle empowerment a los trabajadores?.
            La respuesta a esta interrogante se encuentra enraizada en el  significado mismo del empowerment. Este se activa en el momento de confiar en las capacidades de los trabajadores, donde se desprende, que la tarea comienza con su sensibilización, el fortalecimiento de su autoestima, su formación, la retroalimentación sobre sus labores; el respeto; la plena participación; y,  la  acertada orientación del líder.
            Además, para facultar a los trabajadores se debe estar muy claro hacia dónde se va y qué se quiere; o sea,   se deben tener claro los resultados deseados. Al respecto sostiene Covey que “Hay que crear una comprensión mutua y clara de lo que hay que lograr, concentrándose en el qué y no en el cómo; en los resultados, no en los métodos”.  Continúa el referido autor afirmando: “Dedicar tiempo. Ser paciente. Visualizar el resultado deseado. Que la persona lo vea, lo describa, .....y que diga cómo habrá de alcanzarlo”. (ob. cit. p.197)
            Por su parte, los  mencionados autores Newstrom & Davis señalan que existen cinco (5) enfoques generales para abordar el empowerment, a saber:

         -Los trabajadores deben dominar sus labores. Para ello la organización debe velar por su continua capacitación, entrenamiento y experiencia guiada para asegurar los éxitos iniciales;
         -Permitir más control, a través del ejercicio de la discrecionalidad por parte de los trabajadores sobre su propio desempeño y responsabilizándolos de los resultados;
         -Mostrar a los trabajadores, con ejemplos concretos, el éxito alcanzado por  otros colegas en el desempeño de sus labores;
         -Poner en práctica con los trabajadores el reforzamiento positivo y la persuasión social para fortalecer la seguridad en sí mismos; y,
         -Proporcionar apoyo emocional, mediante la reducción de la tensión y la angustia, gracias a una clara definición de funciones, apoyo en las tareas y atención sincera.

            Como se puede apreciar, en cada uno de los cinco enfoques citados, existe en ellos un elemento común; es decir, esta presente, implícita o explícitamente,  la participación de los trabajadores. Como indica Robbins esta “es un proceso participativo que aprovecha toda la capacidad de los empleados y está destinado a fomentar el compromiso con el éxito de la organización”. (ob.cit. p.194)
            De acuerdo con el  antes mencionado autor, al hacer participar a los trabajadores en aquellas decisiones que los afectan y al acrecentar su autonomía y control sobre su vida laboral, los trabajadores estarán más motivados y  comprometidos con la organización, serán más productivos y experimentarán un sentimiento de mayor satisfacción  con su trabajo. Aquí cabe preguntarse: ¿Y no son esas conductas y resultados lo que persigue un buen líder?
            La respuesta tiene ser un sí rotundo. No obstante, aún se observan líderes que piensan lo contrario, considerando al talento humano de la organización como simples recursos robotizados y no como seres pensantes y creativos, capaces de enfrentarse con visión sinérgica a los retos laborales y desafíos externos.
            Para reforzar el planteamiento anterior, los autores Davis & Newstrom manifiestan que la definición de participación es contentiva de tres (3) ideas importantes; a saber:  “involucramiento, contribución y responsabilidad”. La primera implica el involucramiento de la totalidad del ser de una persona; vale decir, físico, mental y emocional. La segunda idea se refiere a la motivación a contribuir, gracias a la liberalización de la iniciativa y la creatividad a favor del cumplimiento de las metas de la organización. La tercera y última, hace referencia a la aceptación de la responsabilidad por parte de los trabajadores de las actividades de su grupo; es decir, se pasa de una concepción de la organización del “ellos a nosotros”, que no es otra cosa que la identificación y el sentido de  pertenencia.
            De acuerdo con el hilo conductor que se viene trazando a lo largo de estas consideraciones, se activará el empowerment en la medida en que se logre una participación efectiva, orientada por   la Identidad Conceptual Corporativa. Esta consideración conduce a otra interrogante: ¿Cómo se logra la participación.
            Prima facie, pareciera que es solo cuestión de dar rienda suelta a los trabajadores. Pero, como se indicó anteriormente, esta participación debe provenir de una intervención planificada para evitar anarquizar la organización.
            Por lo tanto,  la respuesta deberá buscarse en la Doctrina, donde se encuentra ampliamente consagrada; recomendando a los Programas Participativos.  Y  ¿Cuáles son los Programas Participativos?.
             Para abordar el tema es procedente enunciar aquellos programas recomendados por los especialistas del Comportamiento Organizacional y el Desarrollo Organizacional. En este sentido, se pueden mencionar los siguientes:

         -Administración Consultiva;
         -Administración Participativa;
         -Círculos de Calidad;
         -Equipos Autodirigidos;
         -Planes de Propiedad de Acciones para Trabajadores; y,
         -Programas de Sugerencias.

            Como se puede apreciar existe un considerable número de instrumentos que se pueden desarrollar e implementar con el propósito de activar el empowerment en las organizaciones. Dependerá de la naturaleza de la organización, del tiempo y recursos disponibles para aplicar alguno (s) de ellos.
            Es un reto que tienen que asumir las organizaciones  con carácter de urgencia, de lo contrario, sólo sobrevivirán aquellas organizaciones más inteligentes que logren descifrar, movilizarse y aprovechar la globalización. Los líderes que no quieran entender esta realidad  innegable arrastrarán a sus organizaciones al implacable fracaso. Esta sentencia lapidaria va dirigida a todas las organizaciones, especialmente a las Públicas; y, asimismo, al borbotón  de cooperativas que se vienen constituyendo en el país.
            Para concluir, solo me resta reafirmar que aquellos seudo-líderes que se esconden tras el telón de las críticas contra la globalización, ponen de manifiesto su incompetencia para conducir los destinos de su organización; y, lo más grave, no comprenden la necesidad impostergable de activar el empowerment con  sus colaboradores, so pena de perder el último vagón del tren  progreso.
            A ese tipo de líderes les importa poco o nada la suerte de sus organizaciones, toda vez que éstas se convierten en un medio para satisfacer sus más recónditos instintos y no, como debe ser, un medio para la consecución de los objetivos y metas organizacionales, con el correspondiente cumplimiento de su compromiso con el bienestar de la sociedad donde se encuentra inserta dicha organización.

LA CULTURA: EJE TRANSVERSAL DE LA RESPONSABILIDAD SOCIAL DE LAS ORGANIZACIONES

LA CULTURA: EJE TRANSVERSAL  DE LA RESPONSABILIDAD SOCIAL DE LAS ORGANIZACIONES


           
La Cultura es la savia que alimenta y determina, insondable e inexorablemente, la conducta del individuo en sus diferentes roles y ambientes; por lo tanto, debemos aprender a gestionarla constructivamente.
Víctor Hugo Tineo Verutti

            Es indudable que el concepto de la Responsabilidad Social se ha puesto de moda en muchos países y, sobre todo, en Venezuela, en los últimos años. Sin embargo, sus orígenes se remontan a finales del siglo XIX y principios del XX, cuando el norteamericano Ivy Ledbetter Lee, se refirió a la necesidad de modificar el comportamiento de las empresas frente a su entorno.
            Hoy, más de cien (100) años después, todavía muchas  organizaciones tienen una deuda pendiente con su entorno que debe y tiene que ser subsanada cuanto antes, pues de su comportamiento, dependerá, en grado considerable, su éxito en el mediano plazo.
            En relación a esta problemática, se han llevado a cabo eventos empresariales,  donde  se discute  el rol de la empresa moderna en la sociedad.
En tal sentido, se reconoció la importancia capital de los valores morales y espirituales sobre el ambiente y la dinámica organizacional.              En este sentido, el  reconocido economista Emeterio Gómez, se ha referido  al impacto que ejercen los valores sobre el proyecto empresarial; de allí surge la necesidad impostergable de conocerlos para reinsertar a las organizaciones en un medio real, evitando así  la disonancia.
 Es indudable  el doble rol de la empresa como generadora de ganancias, sin descuidar su otro rol estratégico, la generación de capital social; es decir, devolver a la sociedad parte de sus ganancias transformadas en beneficios tangibles, pudiendo ser considerada como el elemento catalizador de la sostenibilidad en el mediado plazo.
Es obvio, que la responsabilidad social ejerce un impacto determinante en las empresas de hoy. En consecuencia, debemos saberla gestionar adecuadamente.
En este marco de ideas, considero que las estrategias de responsabilidad social deberían  incluir la educación, pues es la senda por excelencia para lograr el desarrollo del país.
            De acuerdo con el Presidente de la Industria de Chocolates El Rey, Jorge Radmond, las organizaciones deben volcar sus esfuerzos, en materia de responsabilidad social, hacia el campo de la formación y el desarrollo de la comunidad, pues allí está  la bolsa de trabajo.
Este planteamiento, muy oportuno en estos tiempos de avances y retrocesos, permite establecer la visión sistémica de la organización, pues el insumo del subsistema de reclutamiento y selección se ubica en la comunidad. Además, el bienestar de la misma supone que aumentaría su poder adquisitivo, permitiéndole adquirir las salidas del sistema; vale decir, los bienes o servicios de las organizaciones.
Sin embargo, para implementar dichas estrategias se requiere de perseverancia, pues suponen un cambio cultural que no se logra de la noche a la mañana. Por el contrario, son esfuerzos que requieren de tiempo para sensibilizar y proceder a la deculturización y activar la neoculturización.
Es un gran reto, pero es una de las formas de salir adelante y mejorar la calidad de vida de los trabajadores y  del entorno.
De hecho, es procedente afirmar que la educación,   es el   camino   para   lograr   la inclusión  social  en  Venezuela, pues   sólo a través de la educación es posible incorporar de manera efectiva a la población a su propio entorno para enfrentar los desafíos.
La argumentación anterior encuentra eco más allá de nuestras fronteras. En efecto, desde hace muchos años la UNESCO viene insistiendo y apoyando programas orientados a elevar la calidad de la formación del pueblo, con el objetivo de viabilizar su participación en los cambios cualitativos y cuantitativos  que requiere su propio entorno donde interactúa cotidianamente.
Cabe destacar el importante rol que deben asumir las empresas privadas, enmarcado dentro de su responsabilidad social. Efectivamente,  el diseño e implementación de estrategias encaminadas a lograr un impacto significativo en materia de adiestramiento y capacitación puede coadyuvar a la incorporación plena de la población al sector laboral y  de esta manera pueda  afrontar sus necesidades básicas.
Sin embargo, esa responsabilidad social de la empresa privada, debe ir apuntalada, de forma sistemática, de un conjunto de políticas y acciones  gubernamentales que permitan que dicho esfuerzo, no se desvanezca en la nada. En definitiva, es necesario el binomio Gobierno-Empresa Privada.
Como indiqué anteriormente, no resulta fácil llevar adelante esta tarea, pues se requiere, en primer lugar, de una verdadera cultura ciudadana  que motive este tipo de acciones. En segundo lugar, y también en el plano cultural,  es necesario que las organizaciones conciban a su entorno como parte integral y complementaria de su gestión empresarial.
            Esta   afirmación nos permite visualizar la necesidad de saber manejar la variable cultural interna, aplicando sistemáticamente el conocimiento de las ciencias del comportamiento humano al desarrollo planificado del negocio y al respaldo permanente de las estrategias corporativas, para mejorar la efectividad de los diferentes sistemas y subsistemas de la organización, especialmente, el de Recursos Humanos; y, por ende, la concepción del entorno.
            Lo que antecede nos permite asegurar que la mayor parte de los programas de gestión y desarrollo del Talento Humano tienen una eficacia limitada, porque no se inician por un análisis riguroso de la cultura de la organización que permita su posterior adaptación al proyecto empresarial vigente en consonancia con su entorno. Muchos de esos programas introducen en las organizaciones procedimientos, algunos de ellos muy válidos, pero que fallan desde la raíz por la escasa implicación que consiguen entre el personal, debido justamente a su incapacidad para movilizar las energía latentes.
El ajuste de la Cultura al proyecto empresarial, o su cambio, en caso que se oponga al desarrollo de éste, debe ser el punto de partida de cualquier estrategia corporativa actual.  Es justamente aquí, donde entra en escena el rol estratégico que debe desempeñar la Gerencia de Personal, como co-ductora de este invalorable intangible, conjuntamente con la Dirección.
 Y en tercer lugar, es imprescindible la realización conjunta de proyectos en materia de responsabilidad social, entre el sector gubernamental y el sector privado, especialmente en el campo de la formación.
En esta trilogía se encierra, a mi entender,  la dimensión transversal de la cultura.
 En definitiva, sólo a través del cambio cultural se pueden llevar adelante verdaderos programas de responsabilidad social  asumidos desde una óptica sistemática, permitiendo así su retroalimentación constante, en virtud de la dinámica ambiental, capaces de incidir positivamente en el entorno y, por ende, en la propia empresa.
            Quienes consideran estos programas como un gasto, están fuera de todo contexto y realidad, pues en verdad, son una inversión segura en el mediano plazo. Sino, solo basta con analizar los programas en materia de RS implementados por grandes empresas como: Procter&Gamble; Johnson & Jonson; Coca Cola y muchas otras. Allí están las respuestas.
            Para concluir, creo procedente mencionar una afirmación hecha por Santo Tomás de Aquino, las cuales  que rezan:  timeo hominem unius libri”. Esta lacerante sentencia viene al dedillo para el tema tratado, puesto que pone de relieve el peligro en que incurren aquellos que sólo conocen un aspecto de la realidad. (temo al hombre de un solo libro)

domingo, 19 de febrero de 2012

CONSIDERACIONES SOBRE EL PERFIL DEL GERENTE-LÍDER Y EL PODER DE LA GENTE

CONSIDERACIONES SOBRE EL PERFIL DEL GERENTE-LÍDER  Y  EL PODER DE LA GENTE
                                                             
Creo firmemente en la gestión de la relación biunívoca existente entre el Gerente-Líder y el Personal de toda la organización,  cuyo resultado debe llevarnos indefectiblemente hacia los senderos de la eficiencia, la eficacia y la efectividad.

                                   Víctor Hugo Tineo Verutti & Yolanda M. Tineo Verutti

            El análisis de la información bibliográfica y documental sobre la configuración del Gerente ideal, es muy amplia y fecunda en ejemplos. Ya desde finales de los años cuarenta se viene estudiando este tema, pero los años noventa fueron el boom para este tipo de obras.
            En consecuencia, en este artículo no se pretende examinar toda la Doctrina ad hoc, sino señalar casos y características sobresalientes de los Gerentes en la actualidad  y la interrelación imperiosa con su equipo de trabajo: el Talento Humano.
            Así, pues, al referirse al tema de las competencias de un gerente, el Presidente de la Asociación Venezolana de Supermercados y Director de Automercados Luvebras hace referencia a algunas competencias que, en lo particular, le han permitido lograr sus metas.
            El referido empresario hace mención a una serie de destrezas-competencias- y conocimientos que debe poseer un buen gerente. En este orden de ideas, comienza precisando que, en la resolución de problemas, está la clave. Efectivamente; comparto la opinión  del referido empresario, pues si abordamos la amplia doctrina sobre el tema nos encontraremos que todos los teóricos coinciden con este planteamiento. 
            Además, continúa el  referido gerente indicando que es necesario tener capacidad de negociación para alcanzar acuerdos entre todas las partes vinculadas al negocio. Claro está, agregarían los suscritos, estos acuerdos deben ser del tipo ganar-ganar, como muy bien los denomina el conocido autor Stephen Covey, el cual encierra la filosofía del dar y recibir; sembrar para cosechar; y,  la equidad sinérgica.
            Sumado a estas competencias, el mencionado gerente manifiesta que es necesario poseer habilidades analíticas aplicadas a la gerencia. Este venezolano nos está haciendo referencia a la batería de modelos gerenciales y técnicas, las cuales permiten llevar adelante una gestión empresarial  con cierto grado de previsión y poder enrumbarnos, así,  por el sendero de la consecución de la visión.
Sumado a las características anteriores, se puede hacer mención del Estudio realizado por las organizaciones Fundes y el BID para determinar  el perfil que poseen los emprendedores en América Latina.
El referido estudio fue producto de una amplia recopilación de información, provenientes de muestras de varios países, incluyendo Venezuela. De ahí, la versatilidad del instrumento.
En lo que respecta al perfil del emprendedor, se pueden enunciar las siguientes características plasmadas en dicho instrumento: a) graduados universitarios; b) son de clase media; c) su motivación de emprendedor se presenta alrededor de los 35 años; y,  d) tienen experiencia laboral previa.
Del análisis del estudio mencionado ut supra, se desprende que la fuente motivacional del gerente emprendedor surge a partir del deseo de la realización personal; el poner ideas en práctica; y, mejorar el nivel de ingreso.
El estudio también reveló que la formación universitaria, las competencias empresariales, el trabajo en equipo y las redes de contactos  son elementos muy positivos para la materialización de los proyectos empresariales de los emprendedores. Mientras que el financiamiento, las competencias empresariales de la universidad y las redes institucionales aparecen como factores negativos.
            Hasta el momento hemos identificado varios atributos que debe poseer un buen gerente para timonear el barco que llevará a puerto seguro toda su carga. Sin embargo, se  pueden identificar otras características que debe poseer ese gerente ideal.
            En tal sentido, podemos mencionar la experiencia del Gerente General de Wendy’s, quien sostiene que el éxito de todo líder reside en saber gerenciar las emociones de sus trabajadores, basados en una relación ganar-ganar.
Con esa afirmación, el referido empresario nos conduce hacia el llamado Liderazgo Emocional, herramienta muy difundida en los últimos cinco (5) años, supone que el líder del equipo debe entablar una relación de afinidad efectiva con sus trabajadores, a través del manejo adecuado de sus necesidades, emociones, talentos, inquietudes y expectativas, de manera asertiva y empática.
      Esta relación traerá, como consecuencia, el aprovechamiento del potencial de los trabajadores, el cual deberá, de manera inteligente, alinear con los objetivos de su organización.
En definitiva, no sólo gana el líder, sino también los trabajadores y, lo más importante, la organización de la cual forman parte activa. Por lo tanto, es un acuerdo ganar-ganar.
Esta última posición nos conduce, integral e  indefectiblemente, hacia la Gestión del Conocimiento, dada su naturaleza biunívoca. Así, este proceso  ayuda a las organizaciones a encontrar, seleccionar, organizar, diseminar y transferir la información y la experiencia necesarias para desarrollar actividades tales como el aprendizaje dinámico, la resolución de problemas, la planificación y la toma de decisiones; aspectos que convergen, gratamente, con los expuestos por  el Director de Automercados Luvebras.
            En este orden de ideas,  el gerente-líder, lejos de ser una eminencia todo poderosa, se convierte en un ser humano con un conjunto de conocimientos, competencias y habilidades que lo acercan más a su personal; vale decir, a su equipo de trabajo, sin el cual no podría cristalizar las metas y objetivos de la organización.
Por lo tanto, su éxito depende del éxito del equipo. En este sentido, en la obra Trabajo en Equipo de los autores Balnchart, Rondolph y Grazier, afirman que es necesario pasar de la concepción del trabajo en grupo al paradigma del trabajo en equipo, pues este último es más efectivo.
La tarea del gerente-líder en esta materia no es fácil. Debe lograr la transición del grupo al equipo. Uno de los problemas a enfrentarse radica en la propia educación formal que configura los paradigmas individuales de los trabajadores; es decir, conformación de conocimientos y competencias de radio cerrado.
En segundo lugar,  los referidos autores afirman que el Grupo depende de las ordenes de un líder; en los equipos cada uno de los miembros tiene voz y voto, pueden tomar decisiones en conjunto; son altamente interactivos, creadores e innovadores, motorizados por una gran motivación. Se podría inferir, entonces, que estaríamos en presencia del llamado concepto de Talento Humano, si aceptamos la definición de la reconocida autora Martha Alles.
                En tercer lugar, el gerente líder y los  equipos maximizan el tiempo,  la información y se recurre a su autogestión para la toma de decisiones. Sin embargo, para lograr este cometido las organizaciones deben fomentar el aprendizaje de estas habilidades entre sus miembros; facilitar la información y suministrar los datos necesarios para la toma de decisiones.
                A simple vista las argumentaciones precedentes, lucen fáciles de decir, pero en la práctica  existe cierta resistencia debido al temor a errar; no obstante, los autores afirman que dichos errores son puntos de discusión que enriquecen los procesos, generan mayor seguridad entre los miembros,  facilitan el dialogo y la participación, mejoran la capacidad de resolución de conflictos, mejoran la habilidad de escuchar y comunicarnos, fortalecen la autoestima; entre otras incidencias positivas.
            Prosiguiendo en este orden de ideas, se requiere de la conjunción de esfuerzos y recursos para impulsar la gestión empresarial, entendida como un todo integrador, y competir en esta Aldea mundial.
            Visto de esa manera, el Talento Humano  se convierte en el elemento catalizador capaz de desdoblar a la organización, cuantas veces sea necesario, para lograr alcanzar el ritmo de la dinámica ambiental, entendida como un todo sistemático. El gerente-líder pasa a asumir el rol de conductor de un equipo de trabajo , dejando de lado su bola de cristal.
            Lamentablemente, en muchas organizaciones, como ocurren en  algunas venezolanas,  esta responsabilidad recae sobre los hombros de una sola persona llamada Presidente, Director, Gerente, entre otras denominaciones, quienes, articulando una estructura de tipo lineal-rígida, pretenden instituirse como salvadores y  poseedores de la verdad absoluta. Nada más lejos de la verdad. Son precisamente este tipo de líderes mesiánicos y esas estructuras extremadamente mecánicas, inorgánicas y punitivas, quienes llevan a una empresa por el camino seguro hacia el insondable fracaso.
            La situación descrita en los párrafos precedentes pone de manifiesto la importancia estratégica de la figura del líder y la necesidad puntual de activar el Empowerment  en la organización.
            En efecto, la conducción adecuada de la participación, el esfuerzo, la creatividad y la innovación  de todo el Talento Humano que conforman una organización, pueden y deben transformarse en la respuesta inapelable para enfrentar los complejos cambios que demanda la globalización.
             En consecuencia, el gerente-líder debe activar el empowerment, iniciando  por creer sinceramente que el esfuerzo de cada trabajador cuenta. Por este efecto los trabajadores se sienten no sólo  facultados, sino estimulados para enfrentar diversas situaciones y debidamente capacitados para asumir el control de los problemas y situaciones que se les presentan en el día a día.
            En este sentido, el profesor Antonio Caldera, señala que este proceso supone que el líder faculta a cada trabajador para que utilice sus propias fortalezas y los recursos organizacionales para coadyuvar en la consecución de la gestión empresarial. Además, el referido Profesor añade que el empowerment realza y refuerza la posición del líder, pero debe complementarse con el coatching.
            De lo anterior se desprende que el empowerment moviliza a los trabajadores no sólo para ejecutar órdenes, sino para crear e innovar en los procesos y sistemas de la organización, logrando así mayor eficiencia y eficacia, pues se promueve la excelencia individual. Claro está, esta fuerza debe estar enmarcada y orientada por  una sólida cultura organizacional.
            La afirmación precedente permite visualizar el alcance del empowerment en manos de un gerente-líder. Efectivamente, el líder faculta, motiva, genera confianza en  sus trabajadores, pero su rol orientador y decisorio debe impedir que este esfuerzo no se transforme en una anarquía al estilo aristotélico; y, por consiguiente, en la génesis de la ineficiencia y la ineficacia, ya que significaría  la caída por el despeñadero hacia el fracaso total. Tal vez por ello, Covey se refiera sobre el particular,  a la rigidez-flexible, entendiendo que facultar no es un signo sintomatológico de la debilidad del líder, sino una habilidad estratégica.
            El referido autor señala que “la efectiva delegación representa tal vez el mejor indicador de la administración efectiva, simplemente porque es fundamental para el crecimiento personal y organizacional.” (p.202). De ahí, que la confianza sea la forma más elevada de la motivación humana.
            Como consecuencia de las argumentaciones precedentes, resulta lógico pensar que la concepción del Poder de la Gente debe prevalecer sobre el Poder del Cargo, pues se establece un intercambio social bidireccional con los trabajadores, en contraste con la imposición de ideas desde la cúpula. Pero esta transición será posible, siempre y cuando, como requisito sine qua non, se cuente con una fuerza laboral con las capacidades, que como indica Alles (2005) “comprenden los conocimientos, habilidades y competencias” inherentes a sus responsabilidades laborales (p.38).
 Además, esos trabajadores deben estar orientados hacia la Teoría Y y Z, respectivamente y debe establecerse una comunicación y confianza mutuas entre las partes. De esta manera, se estaría en condiciones de  activar, efectivamente, todo el potencial organizacional-humano y recursos- enmarcado en  una especie de psique organizacional.
            Para concluir, solo resta reafirmar que el gerente debe ser líder, pero   debe contar con
 un equipo de trabajo-Poder de la Gente-  motorizado por el empowerment e insertado en una sólida cultura organizacional.

lunes, 13 de febrero de 2012

LAS RELACIONES PÚBLICAS Y LOS NUEVOS PARADIGMAS GERENCIALES. INTERACCIÓN PROACTIVA

LAS RELACIONES PÚBLICAS Y LOS NUEVOS PARADIGMAS GERENCIALES. INTERACCIÓN PROACTIVA
El campo de la Gerencia ha ido evolucionando al ritmo de los adelantos del mundo industrial, económico, financiero, cultural, social entre otros. Mientras el siglo XX estuvo marcado por enfoques gerenciales focalizados en organizaciones piramidales, tipo autocrática, basada en las funciones; hoy inmersos en el siglo XXI,  los paradigmas que comienzan a tener impacto en el seno de las organizaciones se basan en darle mayor participación a la creatividad del trabajador en los diferentes estratos de manera que propicien una mayor efectividad.
Independientemente de la gerencia, jefatura o dirección que se trate, la idea radica en generar un cambio de paradigma para enfrentar las múltiples variables que pululan intra y extra organizacionalmente. La común de estos nuevos enfoques es que requieren dos insumos básicos: información y comunicación. Es aquí donde las Relaciones Públicas encuentran su pertinencia como actividad profesional y gerencial encaminada para coadyuvar en este magno esfuerzo, donde deben converger todos los esfuerzos organizacionales, a fin de estar en sintonía con los diferentes públicos en el marco de un relacionamiento positivo, dinámico y sinérgico.
El entendimiento de esta realidad objetiva, no deja lugar a dudas sobre la necesidad de visualizar, luego de un análisis profundo, el impacto resultante de los nuevos paradigmas gerenciales en la gestión del Relacionista y, por ende, en la misma disciplina y su Doctrina.
Es procedente y pertinente recordar  una de las conclusiones del  8vo. Congreso de Relaciones Públicas y Comunicación celebrado en la Ciudad de La Plata, Argentina, en el año 2008, donde el catedrático y experto en RR.PP., Dr. Corredor, señalaba la importancia que tiene para la Doctrina y la práctica de las Relaciones Públicas el hallar o apropiarse, en la medida de lo posible, de nuevos métodos, herramientas o técnicas, que permitan dinamizar la gestión del Relacionista  para que su rol sea estratégico en  el marco organizacional de la Misión, Visión y Objetivos de la empresa, cualquiera sea su género.
Precisamente esa  tajante y lacerante afirmación, no dejan espacio para titubear sobre la necesidad imperante de investigar y profundizar en los posibles aportes o aproximaciones funcionales o procesales de otras disciplinas, en especial, de los nuevos paradigmas gerenciales, en las Relaciones Públicas; disciplina que reclama, a vivas voces, de nuevas herramientas para enfrentar la variabilidad ambiental.
En este orden de ideas objetivas y pragmáticas, resulta obvio pensar y deducir, que cualquier esfuerzo encaminado a llenar este vacío doctrinal que repercute en la esencia existencial de esta Disciplina, debe apoyarse y maximizarse en beneficio de la profesión y de quienes, día a día, se esfuerzan por defenderla y llevarla adelante.En otras palabras, es enfocarse en una interacción proactiva.
Por lo tanto, adentrarse en el Empowerment, el Outsourcing, el Coaching, Reingeniería, entre otros, para buscar sus conexiones teórico-prácticas con las Relaciones Públicas,  significa estar en el camino correcto, aunque arduo,  de la búsqueda del lucero cognitivo y su consiguiente apropiación para el beneficio del ejercicio profesional.


El Coaching y las Relaciones Públicas
 Conociendo el Gerente de Relaciones Públicas  el propósito fundamental del coaching dentro de la organización, debe entonces desdoblarse en una doble función. La primera, radicaría en la implementación de un proceso de comunicación e información que acompañe la aplicación de este paradigma gerencial de manera de facilitar, en la medida de lo posible, su comprensión en los trabajadores, como parte de la cultura corporativa; es decir, como cuerpo orgánico integral en constante transformación. Este impulso tendría un impacto positivo en los receptores, logrando fijar los elementos esenciales del coaching.


En segundo lugar, y como parte de este paradigma, el Gerente de Relaciones Públicas debe ser un ejemplo de coacheer; es decir, de receptor, para reoxigenar su propia área profesional en conjunto con su equipo de trabajo, para generar nuevas ideas, hacia el cambio efectivo en el modo de ver y hacer las cosas.


Visto desde esta perspectiva, el gerente de Relaciones Públicas es agente, por un lado, actor de la efectividad organizacional en toda la empresa, y, por el otro, agente de cambio en su propia gerencia. En consecuencia, es arte y parte del paradigma a aplicarse en su empresa.


Por lo tanto, su rol como Gerente apuntalaría el cambio cuali-cuantitativo que busca la empresa para desenvolverse en la diversidad ambiental y así no sucumbir ante la competencia y/o descuidar al usuario final, cualquiera sea su naturaleza relacional.