lunes, 16 de abril de 2012

CUANDO EL AUTORITARISMO Y LA BAJEZA ESPIRITUAL SE IMPONEN  SOBRE UNA NACIÓN
By Profesor Víctor Hugo Tineo Verutti

                La historia de la humanidad es rica en ejemplos  de gobiernos autoritarios despóticos que han destrozado naciones enteras por el capricho de un supuesto líder omnipotente. Lamentablemente, dentro de ese grupo hay que incluir a gobernantes de África, Asia e incluso de América Latina, cuyos conductores se han  transformado en  dictadores descarados, sin principios y sedientos de poder palaciego perpetuo, mientras el pueblo se muere de hambre.
Pero el nivel de su perversión y bajeza espiritual queda evidenciado, tristemente,  cada vez que concurren a reuniones  o encuentros internacionales, donde se aprecia todo un despliegue de derroche, pues siempre viajan y se hospedan como reyes; sin contar sus discursos de aires democráticos y se dan golpes de pecho por los Derechos Humanos.
Y como si fuera poco,  en sus propios países adelantan supuestos planes sociales que no son más que un bozal de arepas. En efecto, distribuyen alimentos, reparten limosnas, medicinas o prestan deficientes servicios médicos  como una concesión graciosa y magnánima para conseguir el voto o la obediencia absoluta de los pobladores arruinados, hambrientos y humillados, por   quienes se ubican hoy  en un nivel superior al mejor estilo de los emperadores déspotas, de los hacendados esclavistas, de los mercaderes o hasta de los perros de la guerra, que comercian con las necesidades  del pueblo.
Esta situación, como es fácil interpretar, se escapa y desborda cualquier consideración ideológica para encunarse en las entrañas de la paranoia de quienes han vivido, gracia a ese poder,  palaciegamente con todos los lujos del capitalismo, mientras pregonan la doctrina social en sus respectivos  países. Quizás en sus primeros momentos, aplicaron medidas y  lineamientos cónsonos, pero poco a poco fueron cayendo en las tentaciones del poder hasta quedar ciegos de la realidad circundante y atrapados  en los intereses  de su entorno. Sin lugar a dudas,  estos Gobiernos  terminan dejando a sus países quebrados, humillados, empobrecidos  e insondablemente subdesarrollados.
      Ningún país  serio debería mostrar su adhesión  a gobiernos de esta estirpe, que se distancian abismalmente de los principios democráticos y reflejan un desprecio absoluto por el pueblo. Mejor guardar distancia prudente. Insisto, no es un asunto político  sino de racionalidad humanitaria y respeto a las libertades fundamentales del soberano.
            Nada extraño sería que estos líderes pasen  a formar la lista de quienes serán juzgados,  pues los Tiempos de Dios son perfectos y nadie escapa de la Justicia Divina.